lunes, 11 de octubre de 2010

Morte Ruelo



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Motilla del Palancar es un plano facilón, bien hecho, abundante de referencias, en el que (blanco y en botella) las carreras se ganan por velocidad. Además se da la circunstancia de que tanto el sábado como el domingo, tanto en la larga como en la media, se utiliza el mismo exacto plano, así es que, si el sexto día de la semana se va rápido, el último (toro ya toreado) se vuela. En definitiva: dos sesiones, inmejorable momento, en las que comprobar como llevo el asunto del control del ritmo y la fluidez, las dos cosas en las que más vengo trabajando desde principio de verano.

El sábado no lo hago mal. Voy de menos a más según gano en confianza, no pierdo el control en ningún momento, y a partir del segundo tercio de carrera soy capaz, incluso, de anticipar algún control. Un único fallo relevante (de quizá un par de minutos) me penaliza, dadas las circunstancias, más de lo normal en una carrera larga.

Con la confianza ganada el sábado, el domingo sólo cometo pequeños errores de precisión, que no consiguen amargar las magníficas sensaciones que tengo durante toda la carrera.

En un campeonato donde en la misma categoría coinciden los dos corredores que lideran la liga española en H35 (dos de los mejores de siempre) con los dos que la lideran en H45 (otros dos monstruos) y con otros ínclitos ilustres, mi objetivo más optimista pasa por ver escrito mi nombre en la sexta, séptima, u octava plaza. Esta última es la que obtengo en la media y la que hubiera obtenido en el caso de tener que sumar, al estilo liga nacional, los resultados de los dos días.

Objetivo cumplido.

¿Nos vemos en Córdoba?.

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