Palomitas, una cerveza bien fría, el sofá bien mullido, unos cuantos mapas encima de la mesa para ir creando ambiente, el libro de Martin Kronlund por si hay que verificar algún dato, la compañía de mis hijos para terminar de introducirles en el mundillo, ... y resulta que no, que no, que la película ésta, “Historia de O”, no va de orientación.
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