lunes, 25 de abril de 2011

Sublime/Dabuten.

La Sierra de Horche flotaba este fin de semana sobre un barrizal cuyo margen, más el físico que el ideal, estaba justo allí donde empezaba un mapa de belleza muy, muy particular adornada de unos trazados tan inteligentes como exigentes, tan divertidos como estudiados. Un mapa verde pero blanco, blanco pero verde en el que ganar quedó sólo al alcance de quienes supieron conjugar la fuerza física, la estrategia (sujeta a evaluación continua), la confianza (la maldita confianza), y mucho, muchísimo talento (que había que empezar a manifestar en la elección de ruta del parking al centro de competición).

En lo personal, la orilla quedo a un mar de distancia en la larga y lejos, muy lejos, tanto en los relevos como en la media. Falto por naturaleza del necesario talento, la dedicación y las ganas, enfangadas como el arco de meta, tormentosas como las mañanas, si bien fueron bastantes para disfrutar como un niño de la enjundia de tan soberbia competición, no fueron suficientes para sustituirlo. Son sólo magulladuras, ningún golpe es suficiente para herir la determinación con la que uno ama este puñetero deporte pero es cierto que afectan allí donde más duele... el alma.

Mañana los mapas.

No hay comentarios: