martes, 5 de febrero de 2013

Villar del ¿Horno?


El bosque en Villar del Horno, templado a fuer de quejigo y pino, repele el álgido viento que llega al campo sin duda desde el septentrión. Resguardados así del frio disfrutamos más de un terreno, hendido con saña de torrenteras, que se goza tanto por bello como por festivo. Cuando la visibilidad es buena, el dibujo, muy bien pintado, exacto y concreto, permite carreras apresuradas y precisas, que sólo aminoran allí donde se enredan las piernas, allí donde abunda el esparto. Cuando desaparece el bosque, el cierzo de moderado a fuerte, con rachas de muy fuerte, que sopla rolando a componente oeste, acuchilla la labranza, moteada todavía de estrellitas de hielo, que a pesar de estar en Cuenca la noche ha debido de ser toledana, dificultando la discreción del entendimiento y el normal pulso vital (pero favoreciendo por contra la cristalización de la piel). El taimado trazador propone un recorrido de esos de ida y vuelta, en este caso impuesto por la disposición del plano y la configuración terrenal, en el que se anudan interesantes compromisos técnicos sin que elegir ruta entrañe suficiente brete como para provocar lamentos, y demuestra inteligencia al mantener el interés en el mapa donde éste no da para extravíos (para desvaríos da cualquier mapa), por mor de un score facilillo o facilorro y por ende, divertido.

Quedo, que es de bien nacido ser agradecido, eternamente en deuda con un gobierno (COMCU) que desde que llego (incluso desde el día antes) hasta que marcho me lo pone mucho más que fácil para conciliar la carrera de dos veteranos con la de dos infantes y el cuidado de una persona severamente impedida facilitándome cobijo, calor, y cariño, y atendiendo a la ilusión de los peques con una medalla que nos entregan a nosotros pero que se merecen ellos (la organización).


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