Después de veinte o veintiún días, con sus respectivas noches, incluidos los días y las noches de los días durante los que se desarrolló el Campeonato de España, el próximo viernes o sábado, todo depende de a qué hora pueda llegar a Navalcán, y si no ocurre nada inesperado durante los entrenamientos, volveré a hacer carrera de orientación (o para ser más preciso: volveré a correr y volveré a hacer orientación). Repuesto ya, creo que convenientemente, del grave esguince de tobillo que sufrí por entonces y un poco cansado de tanta bicicleta (elíptica primero y convencional pero estática después, que utilizo como entrenamiento aeróbico sustituyendo a la carrera porque creo que al eliminar el impacto la agresión al tobillo es menor), espero como agua de mayo la competición toledana. Supongo que cualquier orientador se puede hacer cargo de las ganas que tengo de volver a “tocar plano”.
Pero no va por ahí el sentido último de esta entrada.
Durante todo este tiempo mi único contacto con la orientación ha sido virtual: vuestros valiosísimos blogs, el worldofo, y otros ámbitos parecidos del lado cibernético del orienteering.
En ese viaje electrónico he encontrado de todo pero he echado en falta algo: nadie que no hayan sido sus cercanas más íntimas se ha hecho eco de un logro extraordinario en deporte: el que alguien resulte campeón de España, campeona en este caso, de todas las modalidades de un deporte (cuatro, nada más y nada menos, en nuestro caso) en la misma competición.
Mi relativamente reciente llegada al de orientación me impide conocer si en este deporte ha habido un caso igual antes, pero lo dudo. En otros deportes la gesta se me antoja igualmente difícil: quizá lo hayan sido Gemma Mengual en sincronizada, Joanne Somarriba en ciclismo, Conchita Martínez en tenis... pero me parece complicado, y en todo caso estaríamos hablando de, eso, Mengual, Somarriba, o Martínez.
Tenemos por tanto en Öna Ráfols (la diéresis la añado yo) a una deportista excepcional, tal vez única, a la altura, o quizá por encima, de los/las deportistas de élite con más prestigio en España y en el mundo... y hace orientación.
No desdeñemos su éxito, disfrutemos viéndola correr cada vez que podamos, y sobre todo propaguémos su calidad.
Pero no va por ahí el sentido último de esta entrada.
Durante todo este tiempo mi único contacto con la orientación ha sido virtual: vuestros valiosísimos blogs, el worldofo, y otros ámbitos parecidos del lado cibernético del orienteering.
En ese viaje electrónico he encontrado de todo pero he echado en falta algo: nadie que no hayan sido sus cercanas más íntimas se ha hecho eco de un logro extraordinario en deporte: el que alguien resulte campeón de España, campeona en este caso, de todas las modalidades de un deporte (cuatro, nada más y nada menos, en nuestro caso) en la misma competición.
Mi relativamente reciente llegada al de orientación me impide conocer si en este deporte ha habido un caso igual antes, pero lo dudo. En otros deportes la gesta se me antoja igualmente difícil: quizá lo hayan sido Gemma Mengual en sincronizada, Joanne Somarriba en ciclismo, Conchita Martínez en tenis... pero me parece complicado, y en todo caso estaríamos hablando de, eso, Mengual, Somarriba, o Martínez.
Tenemos por tanto en Öna Ráfols (la diéresis la añado yo) a una deportista excepcional, tal vez única, a la altura, o quizá por encima, de los/las deportistas de élite con más prestigio en España y en el mundo... y hace orientación.
No desdeñemos su éxito, disfrutemos viéndola correr cada vez que podamos, y sobre todo propaguémos su calidad.
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