lunes, 24 de junio de 2013

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Hoy esto que en general estamos por llamar crónica y que yo llamo after-o va a empezar por el principio. Éste no puede ser otro que agradecer a los organizadores de un magnífico fin de semana de orientación el denodado esfuerzo por sacar adelante una competición de enorme calidad ofreciendo además de la desbordante amabilidad de siempre, una “periferia” tan abundante (los agasajos parecían interminables) como divertida (especialmente “el pollo sin cabeza”). Yo personalmente me considero en deuda de agradecimiento (creo que impagable) especialmente con Ángel, con Mercedes, y con Juan Carlos por haber sabido tratar las cosas con un criterio de equilibrio y comprensión, flexibilidad práctica, y cordura que demuestra unos valores y una manera de entender la competición y el deporte que, desde mi punto de vista, deberían generalizarse. Gracias de todo corazón.

¿Y las carreras?

La del sábado (Liga regional) es una carrera de modalidad larga en la que sólo cometo un error “importante”, creo que de tres a cuatro minutos, en un difícil primer control que, todavía imbuido del espíritu Jukola, ataco demasiado deprisa, demasiado agresivo. Después algún pequeño fallo dentro del círculo consistente sobre todo en malinterpretar la mejor forma de atacar la baliza (he de trabajar mucho en la concentración en ese momento porque tiendo a perderla cuando considero que “ya está todo hecho”). El resultado bueno pero, desde luego, no el mejor.

Y el domingo, que queréis que os diga, el domingo culmino las (modestas) aspiraciones de este ingenuo ilusionado en esta temporada, alcanzando por muy poco y con mucho mucho esfuerzo creo que todo lo más que podía alcanzar (a Juan Pedro no le llego yo ni a la altura del betún) en el Campeonato de Madrid de Media: Subcampeón de Veteranos.

Ahora a descansar un poco a ver si así logramos restañar los cientos de dolores que achacan este cuerpo mío que ya empieza a quejarse de tanto trote.


¡¡¡¡¡Feliz verano a todos, especialmente a aquellos que corran los campeonatos del mundo (absoluto y veteranos) que, ya tan inmediatamente, están por venir!!!!!!.

lunes, 17 de junio de 2013

THE FASTER, THE BETTER

Aunque llego al triangulo de salida advertido: “el Jukola se corre de otra forma”, “trust your compass”, “there’s only a way to get the controls: the red line” “Route choice?, Where are you come from?.” ¿Do you want me to advice you? Easy, it’s need just a word: Straight, no me resisto, así de canelo soy yo, a coger el camino que sale desde el mismo triángulo de salida y que, sólo dando lo que yo consideraba un pequeño rodeo, habría de llevarme exactamente a donde quería ir, así es que de los diez tíos que salimos más o menos en el mismo ritmo nueve se meten en el bosque y sólo yo voy por el camino (... ridículo).

El aviso me llega pero por lo que se ve no cala, porque dejo pasar el segundo autobús sin casi reparar en él porque a esas alturas, apenas empieza mi recorrido camino del lejanísimo primer control, todavía conservo la idea (además de canelo, también soy un poco tozudo) de ir en plan orientación precisa hasta “coger confianza”. Claro, pasan el tercer y el cuarto tren y yo, a por uvas, viéndolos pasar desde el andén.

A pesar de lo obstinado (creo que) no soy tonto, así es que verme sólo en un bosque en el que en esos momentos deben estar coincidiendo unas dos mil personas me hace replantearme, ¡¡¡¡por fin!!!!, si esa orientación tan “elegante”, tan segura, y tan “disfrutada” que estoy haciendo, no será sino un cagarro competitivamente hablando y entonces ya sí, decido ponerme al lio.

El primer tren al que me engancho que sigue la trocha que se corresponde con mi rumbo va despacio, lo que me permite comprobar que, efectivamente, vigilando mucho la brújula, leyendo el mapa lo justo (ni más ni menos), y manteniéndose muy alerta (hay "forking") en las inmediaciones del circulo, esa forma de correr ofrece buenos resultados.

A la salida del tercer control yendo un poco más allá y no sin esfuerzo porque aunque parezca mentira cuesta adelantar saliéndose del atajo, decido acelerar el ritmo. Empiezo a tener sensaciones Jukola al llegar al cuarto con precisión finlandesa tirando (¡yo¡) de un grupo en el que a juzgar por el homogéneo color blanco de sus cabelleras predominan los nórdicos.

Borracho de endorfinas, si no a ver como se entiende lo que voy a contar, sigo incrementando el ritmo buscando en el horizonte un tren algo más rápido. Llego solo a picar la quinta baliza (puto emit, la de vueltas que hay que dar para meterlo en su sitio), pero oliendo ya la sangre del último de los finlandeses (la nacionalidad la deduzco de la bandera que adorna su fornida espalda) que integra el pelotón que se convierte en mi siguiente objetivo.

En ese autobús aguanto un par de controles porque el terreno se nos pone técnico y hace aflorar mis limitaciones y porque, no me lo callo, “laparme” a otros que hacen el trabajo sucio me permite descansar un poco.

No sé que le echan al avituallamiento en Finlandia pero lo cierto es que tras echar un trago de potingue rosa (bebida isotónica supongo) ya no veo motivo para no arriesgar incondicionalmente (¡¡¡¡¡sepa dios cuando volverás a correr una carrera así, ves a muerte!!!!!) y a partir de ahí me voy tirando al cuello de todo aquel corredor que se me pone por delante. No recuerdo haber sido sobrepasado por nadie en el último tercio de carrera a pesar de llevar adosados a la espalda, como si fuere yo bueno ;-), a unos siete tíos y una tía que no dejaban de tirarme derrotes .

Menos la chica, todos sucumben cuando llega el flat y puedo meter la sexta y así llegar casi limpio y sin equipaje al laberinto que antecede a la baliza 333 (mi “cien”, que hay tres distintas). Salgo indemne del galimatías de caminos y terraplenes gracias a los impagables consejos de Alicia que ya nos había advertido de que allí, sobre todo allí, la única manera de salir con vida era prescindir para orientarse de todo lo que no fuera el rumbo. Como clavo los tres o cuatro controles que hay en el área y debe ser que mi última acompañante no gozó con anterioridad a la carrera del mismo asesoramiento que yo, al “control bridge” llego más sólo que la una y lo suficientemente entero como para pegar una par de hachazos en el sprint final.

En la llegada mis compañeros me informan de que he ganado (recuperado) más de un centenar de puestos.


Y de ahí, de todo lo anterior, que hoy no me importe que sea jukola... digo lunes.

viernes, 7 de junio de 2013

Jämsä

Somos siete y entre todos sumamos la suficiente edad como para peinar una montaña de canas (alguno ya, peinar, lo que se dice peinar, no puede peinar nada) pero desde luego no tanta como para no sentirnos como niños con Nintendo nueva ante nuestro, salvo en el caso de la sección nórdica del equipo, nuestro, nuestro, primer Jukola. Se nota en el brillo de fondo de nuestras miradas ya casi cansadas que esto nos hace ilusión, que lo ansiamos, que nos da la vida, vamos. Al pie del plano utilizado hace dos años, ya digo tenemos un madrisueco en el equipo que entonces estuvo allí (He was there), mientras tratamos de extrapolar los problemas qué nos podemos encontrar y aprendemos qué demonios simbolizan los distintos tipos de rayados azules (la conclusión que sacamos es que habremos de atar bien nuestras zapatillas para pasar por alguno de ellos), no podemos reprimir esas sonrisillas nerviosas que nos delatan como de corazón infante a pesar de la ciática, las gafas (Planos 1/15.000, no gracias) y las rodillas cascadas.


No hace falta que te diga quienes somos, este fin de semana, bien en Madrid, bien en Becerril, o en Chiloeches (sí también estamos un poco locos), o en Burgos, nos reconocerás por nuestra cara. Somos esos de la sonrisa de oreja a oreja, esos con cara de estar, a la vejez viruelas, cumpliendo un sueñ-o.