miércoles, 15 de abril de 2009

Noestásiestá.

No sé hasta que punto eso es bueno o malo pero lo cierto es que empiezo a resignarme sin que ello afecte gravemente a mi autoestima al hecho de fallar mucho en prácticamente todas las carreras que hago. El Campeonato de España no ha sido una excepción, ni en cuanto a lo de los fallos, ni en cuanto a lo de la resignación.

En la carrera del viernes, la larga, no lo hago mal, que no quiere decir que lo hiciera bien. Ya me explico.

Es una carrera técnicamente muy fácil (la uno está rodeada de referencias tan claras como lo suele estar el caldo de un asilo, la dos está en la única vaguada que hay en un kilómetro a la redonda, la tres a unos veinte metros de una casa, la seis se ve desde la cinco...) en la que la única dificultad radica en elegir bien la ruta de la cuatro a la cinco; y físicamente no muy exigente: sólo caben destacar las escasas posibilidades de “correr” que ofrece el duro (seco) terreno y el duro (empinado) ascenso a la cuatro.

Sin embargo, baliza a baliza voy acumulando pequeños fallos (un esquina de camino que no acorto lo suficiente, un verde algo imprevisto que me como a bocados, falta de concentración en el esfuerzo físico que provoca cierta lentitud en algunos tramos...) que me llevan a un mal resultado: cuarto.

Es en la media donde elevo el fallo a la categoría de obra de arte.

Ahí están los parciales que no me dejaran mentir: hasta el control número diez la mayor parte de los mejores parciales son míos y sólo unos pocos segundos (los he perdido en un despiste tonto al cruzarme con Manuel) me separan del primero. Estoy seguro de que recupero esos segundos y gano bastantes más en el camino hasta la once. Y justo allí la gran cagada.
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Leo en la descripción de controles que la baliza está situada en el lado norte de la muy enorme piedra que hay en el centro del circulo púrpura. Entro a la piedra por el sur, la rodeo por el este, y cuando accedo a su lado norte, sorpresa, la baliza no está.

Se acabo la carrera. No me paro a pensar. No pienso en que el error lo he cometido al leer la descripción de controles (que es lo que ha sucedido, la baliza no está al norte, está al oeste), no pienso en visitar el lado oeste de la piedra, no pienso en nada... sólo en que me he equivocado al leer el mapa y que no estoy donde hasta hace un segundo estaba absolutamente convencido que estaba... Como descarto el lugar en el que estoy como aquel que indica el mapa, pues eso, a vagar minutos y minutos para buscar el sitio que ya he encontrado...

Decido retirarme, por segunda vez en mi vida, de una carrera de orientación (la primera vez que me retiré, fue en mi primera carrera). Lo hago cabizbajo, lo siguiente a mosqueado, humillado incluso. No demasiado lejos veo la piedra donde no está-si está la baliza que noencuentro-siheencontradoperoyonolosé. Digo no demasiado lejos porque oigo con claridad el pitido que emite la enorme piedra... No puede ser... las piedras no pitan, y si las piedras no pitan... entonces... ese pitido... debe provenir de una base sport-ident... no... no puede ser, allí no había ninguna baliza... pero veo salir de allí a Rorri (¡qué suerte ver a uno de los buenos en directo!)... así es que... me acerco, la veo...

Bueno, me digo, al menos podré terminar la carrera.
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Y resignado, me pongo a correr como si nada hubiese pasado.

1 comentario:

alicia dijo...

Madre mía menos mal que encontraste finalmente la baliza!!! me tenías mordiéndome las uñas!!yo creo que aunque vayas mal no te deberías retirar, hay que aprender a superar ese fatal obstáculo de saber que lo estás haciendo como el cu', todo te ayuda a mejorar... creo. En la próxima no pienses que has fallado en las últimas carreras, que lo vas a hacer genial. Qué gracia en lo de sopita de asilo... je je

(Rorri es un máquina) Nos vemos en la Berzosa!