El pasado fin de semana nos fuimos a Ávila, a las renombradas Navas del Marqués, a reencontrarnos con la Liga de la Comunidad de Madrid.
El terreno, que piso por primera vez en mi vida, es un bosque de pino que presenta una mezcolanza equilibrada entre zonas limpias y rápidas y ámbitos dominados por una jara que sin ser demasiado alta ni demasiado espesa sí que es demasiado lenta.
Agosto todavía quema.
Siete kilómetros y pico y un desnivel notable tendrían que hacer ardua la tarea. Sin embargo, la novedad que constituye el mapa, un buen nivel físico (quiero mantener hasta Portugal el trabajo de este verano), y un trazado interesante, me mantienen, de principio a fin, fresco y animado.
Buena concentración, ánimo equilibrado y decisiones generalmente acertadas consiguen que no cometa grandes errores. Tres de cierto rango: el que cometo en los últimos metros de la tres que me paso de largo por equivocar la curva de nivel sobre la que corro (elegí mal el momento de salir del camino, creo que aunque suponía subir algo más de lo necesario debería haber atacado desde su, más cierto, cruce con el tendido eléctrico); la elección de ruta 8-9, porque aunque clavo la lectura de la curva de nivel me abraso en la vaguada plena de jara; y el acceso a la diez, porque aunque voy muy seguro creo que evitar el verde por arriba (no quiero cruzarlo porque vengo recién escarmentado) me lleva a hacer algunos metritos de subida extra que quizá me hubiera ahorrado accediendo por abajo.
La jornada termina con comida campestre. Pata de jamón, pimientos de Padrón (unos pican u otros también) y, cosas de la generosa y extensa sección eslava del O-G... caviar ruso.
El terreno, que piso por primera vez en mi vida, es un bosque de pino que presenta una mezcolanza equilibrada entre zonas limpias y rápidas y ámbitos dominados por una jara que sin ser demasiado alta ni demasiado espesa sí que es demasiado lenta.
Agosto todavía quema.
Siete kilómetros y pico y un desnivel notable tendrían que hacer ardua la tarea. Sin embargo, la novedad que constituye el mapa, un buen nivel físico (quiero mantener hasta Portugal el trabajo de este verano), y un trazado interesante, me mantienen, de principio a fin, fresco y animado.
Buena concentración, ánimo equilibrado y decisiones generalmente acertadas consiguen que no cometa grandes errores. Tres de cierto rango: el que cometo en los últimos metros de la tres que me paso de largo por equivocar la curva de nivel sobre la que corro (elegí mal el momento de salir del camino, creo que aunque suponía subir algo más de lo necesario debería haber atacado desde su, más cierto, cruce con el tendido eléctrico); la elección de ruta 8-9, porque aunque clavo la lectura de la curva de nivel me abraso en la vaguada plena de jara; y el acceso a la diez, porque aunque voy muy seguro creo que evitar el verde por arriba (no quiero cruzarlo porque vengo recién escarmentado) me lleva a hacer algunos metritos de subida extra que quizá me hubiera ahorrado accediendo por abajo.
La jornada termina con comida campestre. Pata de jamón, pimientos de Padrón (unos pican u otros también) y, cosas de la generosa y extensa sección eslava del O-G... caviar ruso.
1 comentario:
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