Bromeando en la salida con Thierry
G. (bromeando yo, él sólo escucha) le digo que si no quiere tener problemas
conmigo que no me siga. El tío me mira y sonríe abiertamente. Tanto la mirada como
la sonrisa me parecen sinceras. En la mirada vislumbro cierto sosiego, en la
sonrisa humildad. Tanto una como otra me parecen inteligentes. Quietud,
humildad, e inteligencia, quizá sea ese el trípode que garantiza la necesaria
estabilidad que ha de tener un campeón del mundo.
Al termino de la carrera coincido
con Andreu. Le felicito por su carrera. Me lo agradece con una sonrisa sosegada
y humilde. En su mirada es fácil advertir el inconfundible brillo de la inteligencia...
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