Por diversos motivos, entre los que dominan los de índole subjetiva, cuento Navaleno entre mis cuatro grandes pasiones cartográficas en España (las otras tres serían Peguerinos, La Berzosa, y el Coto de las Maravillas). Así pues, estrenar un plano allí de las características del utilizado el domingo pasado no puedo sino auparlo a la categoría de experiencia deleitosa.
Sin embargo mi gusto por ese pedazo de pedazo de tierra Soriana nunca había sido correspondido por ésta con resultados, ni siquiera sensaciones, acordes a la calidad de aquel. Nunca, hasta este fin de semana.
El entrenamiento del sábado, una media de unos cinco kilómetros de bosque limpio o muy sucio según en que parte del mapa te ubicaras, y a pesar de un par de fallos en el primer tramo de carrera no excesivamente relevantes, me deja más que satisfecho porque consigo leer con claridad, precisar mi discurrir por el terreno (a pesar de que se hace evidente que tampoco por los planos el tiempo pasa en balde), cierta anticipación y la consecuente fluidez.
El Domingo en parte porque ya tengo la cabeza caliente en parte porque, ya os lo he contado, corro supeditándolo todo al error cero, consigo afinar mucho y fallar poco o bastante poco, al menos mientras me llega suficiente sangre al cerebro. La frialdad de los números es tozuda y acreedora de verdades inquebrantables: en los dos primeros tercios de la carrera flirteo con la gloria (3º) pero un fallo (3´) en la doce (la excesiva velocidad del rapidísimo camino me seca la razón), me relega a la definitiva séptima plaza (el octavo mejor tiempo del recorrido).
En definitiva, muy, muy buenas sensaciones: las derivadas de la de estar en el camino adecuado.
El próximo fin de semana, no cabe duda, prueba de fuego, Peguerinos en versión ¡¡¡ cuatro pruebas en dos días !!!!.
Ya os contaré.... si puedo.
Sin embargo mi gusto por ese pedazo de pedazo de tierra Soriana nunca había sido correspondido por ésta con resultados, ni siquiera sensaciones, acordes a la calidad de aquel. Nunca, hasta este fin de semana.
El entrenamiento del sábado, una media de unos cinco kilómetros de bosque limpio o muy sucio según en que parte del mapa te ubicaras, y a pesar de un par de fallos en el primer tramo de carrera no excesivamente relevantes, me deja más que satisfecho porque consigo leer con claridad, precisar mi discurrir por el terreno (a pesar de que se hace evidente que tampoco por los planos el tiempo pasa en balde), cierta anticipación y la consecuente fluidez.
El Domingo en parte porque ya tengo la cabeza caliente en parte porque, ya os lo he contado, corro supeditándolo todo al error cero, consigo afinar mucho y fallar poco o bastante poco, al menos mientras me llega suficiente sangre al cerebro. La frialdad de los números es tozuda y acreedora de verdades inquebrantables: en los dos primeros tercios de la carrera flirteo con la gloria (3º) pero un fallo (3´) en la doce (la excesiva velocidad del rapidísimo camino me seca la razón), me relega a la definitiva séptima plaza (el octavo mejor tiempo del recorrido).
En definitiva, muy, muy buenas sensaciones: las derivadas de la de estar en el camino adecuado.
El próximo fin de semana, no cabe duda, prueba de fuego, Peguerinos en versión ¡¡¡ cuatro pruebas en dos días !!!!.
Ya os contaré.... si puedo.
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