martes, 14 de febrero de 2012

Ni chocotajas ni mojar en la pringue.


La liga española empieza para mi con un poquito más de pena que de gloria pero no mal del todo. Después de una media en la que he de reconocer que adolezco de precipitación en la toma de decisiones (excesivo afán por llegar rápido), en la carrera del domingo prefiero lo seguro a lo célere eligiendo siempre las rutas más seguras lo cual, todo sea dicho de paso, no impide que cometa un error ciertamente incomprensible (todavía estoy intentando averiguar que andaba yo pensando para ir a la cinco por donde lo hice) pero sí que me acerca a disfrutar del recorrido y de la competición. En el haber varias cosas a valorar: tengo sensaciones de buena preparación física y de estar divirtiéndome, he notado mucha mejoría en el aspecto de la reubicación y la corrección de errores, y como siempre que la competición se acerca a la costa, poder terminar el día en la playa. En el debe, sobre todo, el dolor que se me ha incrustado en la espalda después de patear tanta piedra y pasar tanto frío (... es que ya tengo una edad), haberme dejado llevar por la sobreexcitación cuando eso era precisamente una de las primeras cosas que tenía previsto evitar, y que como en el perro flaco todo son pulgas a la avería de la “furgo” he de sumar la del coche que me dejan para ir a Alicante.

Deseando estoy que llegue Cádiz... nunca he corrido allí.

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