El sábado se hizo realidad la
peor de mis pesadillas, no esa que consiste en que me veo obligado a salir a la
calle desnudo tapándome mis vergüenzas en virtud de estirar muy mucho, bueno,
ejem... la verdad es que no tanto, lo único que llevo encima: una camiseta en
la que se puede leer “I love Rajoy”;
tampoco esa en la que me enrollo con Charlize
Therón* en plan, bueno, en plan... (no puedo escribirlo que esto lo lee mi mujer); ni esa, tan recurrente, en la que
descubro que todavía me queda por aprobar un examen para terminar la misma carrera
que yo creía haber acabado hace ya, ay, casi un cuarto de siglo. No ninguna de
esas. La pesadilla que se hace realidad es esa en la que en mitad de una
carrera de orientación me doy cuenta de que no llevo plano. Como lo lees. La
dermatitis y el frío me obligan a llevar guantes, y ya se sabe que los gatos
con guantes además de verse imposibilitados para cazar ratones pierden los mapas.
Pura cuestión de insensibilidad. Me pasa en un tramo claro, rápido, y de
orientación muy somera, así es que cuando me doy cuenta de que lo he perdido ya
hace rato que he dejado de mirarlo y por eso no sé cuánto tiempo hace que lo
extravié. Pienso en echarme a llorar como un niño lo que no he sabido conservar
cómo los berberechos, pero supongo que por mero instinto competitivo, en lugar
de eso me pongo a buscarlo. Me vuelvo sobre mis pasos y cada mancha blanca que
encuentro porque abundan los restos de nieve del tamaño de... un plano
doblado... me parece que es el papel que busco... puta nieve....
El episodio terminó bien porque
terminé encontrando el plano, si bien y como no podía ser de otra forma, sobre
la boñiga de vaca más grande y ¡¡¡¡reciente!!! de cuantas adornaban el monte.
Espero que ya no se me hagan
realidad más pesadillas pero por si acaso voy a tirar la camiseta esa que... me
encontré, dedicada a D. Mariano.
*Seguro que todos estaréis
pensando que la ensoñación de enrollarse con Charlize Therón no puede considerarse una pesadilla. Para vuestra
información os diré que con la Charlize
Therón que yo me enrollo en mis sueños no es la portada del Vanity Fair, no hijo no, es la
protagonista de Monster.
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