El de la Dehesa de Marimartín es un plano facilón en el que “nunca” es arriesgado ir a tope, es más, sólo la máxima velocidad te hace ganar.

Sin saber los resultados, al parecer un problema técnico va a retrasar su publicación, me aventuro a decir que, contra todo pronóstico (ver la entrada anterior), el mío estará entre los mejores tiempos: carrera sin fallos (calculo el total de errores en segundos), fluida y rápida.

Fallo algunos segundos en la 1: el verde me desvía un poco al este; otros pocos en la 3 (desde lejos veo la baliza que hay en el árbol ubicado al oeste de mi objetivo y en un primer momento pienso que es la mía); y alguno que otro en la 14 (no salgo bien orientado), pero me veo enormemente beneficiado por el hecho de dar caza camino del cuarto control al competidor que salía cuatro minutos antes, porque es mucho más rápido que yo pero también bastante más inseguro. Así es que, cuando hay que correr, el tío que va que se las pela y, aunque a distancia, a mí me sirve de liebre. Como le alcanzo las tres o cuatro ocasiones en las que la cosa se pone más difícil, pues eso, que me lleva toda la carrera a matacaballo.

Esperemos (no creo que la cosa llegue a tanto pero ¿quién sabe?) que sea caballo ganador.